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La Iglesia de Jesucristo

La Iglesia de Jesucristo

No importa cuales sean sus problemas, aunque esta todo perdido a su alrededor; aunque la tierra tiemble, los montes se muevan, el firmamento sea sacudido por bombas atómicas; aunque el mundo no crea totalmente en Dios, aun así, Él existe y es galardonador de quienes lo buscan en Espíritu y verdad a través de la fe.

Ser siervo de Dios y de Jesucristo es lo más hermoso que puede sucederle a una persona. Servir en Espíritu y en verdad es experimentar la buena, agradable y perfecta voluntad de Dios para nuestra vida.

La persona que cree en Dios lleva dentro de sí mismo la seguridad de que va a vencer. Sólo ella puede ver la victoria, más allá de las circunstancias dadas, pues es lo que está en su corazón

 

 

Matemáticas Divinas

 

Las cuentas de Dios no le cierran a la mente humana, porque con menos siempre puede hacer más

 

“Y el Señor dijo a Gedeón: El pueblo que está contigo es mucho para que yo entregue a los madianitas en su mano, no sea que se alabe Israel contra mí, diciendo: Mi mano me ha salvado” (Jueces 7:2).

Cuando Gedeón escuchó esta frase de la boca de Dios seguramente prefirió no pensar ni preguntar el porqué, sino simplemente obedecer, por un único motivo: no encontraría jamás la explicación que le permitiría entender cómo derrotaría a los madianitas, uno de los ejércitos más poderosos de la época compuesto por 135 mil soldados, con sólo 300 hombres. Finalmente lo logró.

Tampoco se puede imaginar la cara de asombro que pusieron los apóstoles cuando Jesús comenzó a repartir cinco panes y dos peces entre más de cinco mil personas:

“Y comieron todos, y se saciaron; y recogieron lo que sobró de los pedazos, doce cestas llenas. Y los que comieron fueron como cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños” (Mateo 14:20, 21).

La Biblia está llena de ejemplos como éstos, en los que se demuestra que no siempre “más” significa “mejor”, y que a veces perder es sinónimo de victoria.

La lógica de Dios es muy distinta a la de los hombres por una sencilla razón: 

“Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos” (Isaías 55:9). 

Por este motivo, la mente humana no consigue razonar como Él ni logra siquiera entender muchas de las cosas que hace.


Otra cosa que forma parte del pensamiento divino y que la lógica humana muchas veces no puede concebir es el hecho de renunciar a algo para obtener algo mayor.

Matemáticamente hablando, la resta resultaría en una suma, algo completamente irracional e inexplicable, pero quienes renuncian para Dios logran cosas mucho mayores que las que tenían.

El mejor ejemplo es el Señor Jesús,

“el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” (Filipenses 2:6-11).


Para poder comprender cuáles son los pensamientos de Dios basta con disponerse a buscarlo y servirlo de todo corazón, sometiéndose a Su Palabra.

Algunos estudiosos dejaron sus pensamientos acerca de la lógica Divina, en los que reconocen la existencia de Dios y explican cómo hacer para comprender al Creador.

*Paul Dirac (1902-1984), físico inglés, pionero en la física cuántica: “Parece que uno de los rasgos primordiales de la naturaleza es que las leyes físicas fundamentales se describen en términos de una teoría matemática de gran belleza y poder, para comprenderla se necesita una norma muy elevada de matemáticas…

Uno quizás pudiera describir la situación diciendo que Dios es un matemático de orden muy elevado, y que Él usó matemática muy adelantada al construir el universo.”

*Anselmo de Canterbury, teológo del siglo XI: “Yo no intento comprender para creer, sino que creo para comprender”.

 

 

La práctica del trueque

“El fiel cree que la Obra de Dios es una “tierra” fértil, e invierte en ella porque confía en las promesas divinas”

La fe es la única moneda de cambio con Dios. A cada acción de la fe hay una reacción de Dios. Y para cada manifestación de fe existe un tipo de ofrenda para ser presentada. En términos económicos, la fe exige la semilla de la ofrenda material. Quien tiene fe para dar, tiene fe para recibir.

El simple acto de plantar ya es una demostración de la práctica de la fe. Porque nadie, en su sana conciencia, se arriesgaría a plantar en la arena. Antes de sembrar, el agricultor prepara la tierra para recibir la semilla. En la Obra de Dios no es diferente: el fiel cree que esa Obra es una “tierra” fértil, e invierte en ella porque confía en las promesas divinas que nos fueron profetizadas. Como las promesas de Dios no pueden ser revocadas, el inversor fiel tiene certeza del retorno próspero.

Es casi imposible que las promesas económicas de Dios sucedan solamente mediante oraciones, ayunos o vigilias. Si eso fuera posible, todos los fieles serían ricos. Dios exige actitud práctica de la fe para corresponder con Sus promesas. Eso es locura para los que se pierden; pero para los que creen en Sus promesas, eso es poder de Dios.

Una cosa es que la persona cambie su dinero por una casa, auto o algún objeto cualquiera. En ese caso, el comprador ve al vendedor y negocia. La única moneda que podemos usar con Dios, para la obtención de Sus bendiciones, es la fe, y no el dinero o cosa parecida. A partir del momento en que la persona expresa su fe en las promesas divinas y deposita su ofrenda en el altar, está realmente manifestando su fe, porque, a pesar de no estar viendo a Dios, tiene coraje para depositar allí el fruto de su trabajo. ¡Eso es fe práctica!

La ofrenda es estimulada por la creencia en la recompensa multiplicada. El Señor Jesús nos enseña eso cuando dice:

 “Dad y se os dará” (Lucas 6:38)

 ¿Cómo sería el retorno económico? ¿Diez veces mayor? ¿Veinte? ¿Treinta? ¿Cuánto?

El Señor no estipula números; Él sólo menciona un resultado creciente: 

“Dad y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo”


Cuando Él profetizó tales palabras, Su mirada se dirigía al mercado. Él quiso mostrarnos la idea del trueque en la relación con Dios.

En todas las cosas de la vida existe la práctica del trueque. Dios la creó justamente para dejar que cada uno tome su propia decisión de fe. En toda la Biblia, Dios siempre sugiere una condición. Veamos este ejemplo: 

“Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz del Señor tu Dios” (Deuteronomio 28:2)

 

Llamar la atención de Dios

Para salir de una situación difícil, o solucionar un problema, hay que usar la fe, y así atraer el favor Divino. Para eso es necesario hacer un sacrificio con ciertas características

¿Qué sucede con la mayoría de las personas cuando se ven atormentadas? Lo primero que piensan es por qué les sucede eso. Hay cosas en la vida que van más allá de entenderlas en el momento en que suceden. Quizás luego pueda encontrar una respuesta, pero primero debo pensar cómo salir de aquel problema.

No puede pasar su vida preguntándose por qué y no hacer nada. Jesús quiere mostrar que cuando se manifiesta la fe todo es posible. El mundo está lleno de expertos pero nadie encuentra la solución. Hay que trabajar para hallarla.

Hay que llamar la atención de Dios, y cuando uso la fe lo logro.
Si lee la Biblia, va a ver que los que lograron el milagro lo hicieron a través de la fe. Lo que llamó la atención de Dios no fueron sus obras. Porque hicieron lo que más agrada a Dios, confiaron en Él y obedecieron Sus Palabras. Si usted quiere, tiene que confiar y obedecer Su Palabra.

Lo que muestra que usted es de Dios es la confianza, la fe y la certeza. Lo que separa a los creyentes verdaderos de los no creyentes es el uso de la fe. Empiece a enfrentar al mal, pero eso requiere sacrificio y disposición de renunciar a todo lo que agrade a su carne.

Jesús dijo: 

“Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame” (Mateo 16:24)

 ¿Qué quiere decir negarse a sí mismo y tomar su cruz? Su cruz es dejar de hacer su voluntad para hacer lo que Él le manda, ésta es la verdadera cruz.
Hay personas que sacrifican y otras que no. Unas son capaces de ofrecer lo mejor para Dios y otras no. Usted va a cosechar lo que siembre.

Si sabemos lo que tenemos que hacer pero no lo hacemos, es por cobardía, por miedo, porque no queremos dejar de hacer nuestra voluntad, por falta de fe, porque en el fondo uno no cree que Dios le pueda dar una vida mejor de la que tiene ahora.

¿Alguien puede cambiar esta situación? Sí, uno mismo. Si queremos cambiar algo, llamemos la atención de Dios, porque Él ya lo Hizo, dio a Su Hijo por nosotros. Soy yo que tengo que ir hacia Él, con sacrificio.

¿Qué debe tener el sacrificio para llamar la atención de Dios? Tiene que tener voz, como la sangre de Abel, que clamaba desde la tierra; debe ser audaz, atrevido, osado; también lanzado, lanzarse sin miedo al peligro; decisivo, o sea que define, resuelve y termina; y por último, debe tener identidad, porque mi sacrificio es algo personal que me identifica, tengo que hacerlo por mí. Si mi sacrificio no tiene mi marca nunca me identificará, y por ende, nunca llamará la atención de Dios.

 

 

Los diferentes tipos de ofrenda

“Cuando presentamos lo mejor de nosotros en el altar, estamos manifestando fe en Alguien que no vemos, que es Dios”

Para tomar posesión de las promesas divinas, debemos actuar nuestra fe. Obviamente, ofrendar es una demostración de práctica de la fe, pues la manifestamos dando ofrenda, y viceversa. Sin embargo, ofrenda no es sólo el dinero colocado en el altar, sino la decisión de vivir de acuerdo con la Palabra de Dios; la construcción de un carácter incorruptible, un vivir diferente de aquellos que llevan la vida sin reglas y sin leyes.

Cuando presentamos lo mejor de nosotros en el altar, estamos manifestando fe en Alguien que no vemos, que es Dios. Y cuando nos levantamos de madrugada, interrumpiendo el buen sueño de este período de la noche, para orar y cuando no juzgamos a nuestros semejantes o los perdonamos, también presentamos ofrendas a Dios. Sea en forma de oración, ayuno, asistencia a la iglesia o una vida correcta, la ofrenda está incluida en la manifestación de la fe.

Al practicar la Palabra de Dios, ofrendamos nuestra vida a Dios.
Cuando alguien decide recomenzar la vida y pagar el precio por esa decisión, a costa de la burla de amigos y parientes, presenta ofrenda al Señor. Él nos dice: 

“No juzguéis, y no seréis juzgados...” (Lucas 6:37)

 y aún más: 

“Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra...” (Lucas 6:29)

 ¿No sería esto una forma de ofrenda? Veamos: a partir del momento en que no juzgamos, huimos del mal y dejamos de usar la lengua para condenar a otros. Éste es el sentido espiritual de la ofrenda, pues al dejar de condenar a alguien, sacrificamos la lengua, nuestro hablar malicioso. Y eso es una ofrenda.

Toda manifestación de fe exige una ofrenda, que puede ser espiritual o material. La ofrenda espiritual sucede cuando dejamos de actuar conforme a las reglas del mundo para hacer la voluntad de Dios. Así, no juzgar y perdonar, poniendo la otra mejilla, por ejemplo, son sinónimos de ofrenda espiritual.

No hay forma de separar la fe bíblica de la ofrenda. Cuando leemos en las Escrituras que para cada pecado cometido el pecador debería presentarse al sacerdote con un tipo de sacrificio, entendemos que cada ofrenda tiene su finalidad. Así, si el pecado fuese muy grave, el pecador tiene que llevar al sacerdote un animal macho, sin defectos. Si el pecado fuera pequeño, podría ofrecer algo más simple. Ésos son ejemplos de ofrendas materiales.

La conciencia limpia por el perdón divino exige la ofrenda de la confesión de pecados y del arrepentimiento sincero. La comunión íntima con el Altísimo, que es una manifestación de fe, exige la ofrenda de la dedicación diaria a las cosas de Dios, que son la oración, la consagración y el alejamiento del pecado. Para que esa comunión ocurra, es imprescindible practicar tales cosas, además de una vida sin las ventajas mundanas típicas de los incrédulos
que hacen lo que les viene a la cabeza.

Aquel que desea ser bendecido y tener comunión con Dios debe restringir la vida a la rectitud y alejarse de las mentiras y de todo lo que no conviene. Eso es una ofrenda espiritual hecha con la intención de vivir con Dios. Entonces, no hay fe sin ofrenda ni ofrenda sin fe, pues ambas se complementan.

 

 las dos clases de fe

La Biblia dice claramente que están aquellos que tienen fe para comer de todo, pero también están los que sólo comen legumbres. Esto se refiere a la fuerza que hay en cada uno, y si usted es fuerte en la fe es capaz de conquistar todo.

Los fuertes creen en un Dios poderoso, capaz de bendecir la obra de sus manos y darles una vida abundante; son aquellos que, además de la salvación eterna, quieren disfrutar de los beneficios que Dios le da a los que creen en Él.

Dios le dijo a Moisés, cuando Israel aún vivía esclavizado, que los llevaría a una tierra próspera:

“Porque el Señor, tu Dios, te introduce en la buena tierra, tierra de arroyos, de aguas, de fuentes y de manantiales, que brotan en vegas y montes; tierra de trigo y cebada, de vides, higueras y granados; tierra de olivos, de aceite y de miel; tierra en la cual no comerás el pan con escasez, y donde no te faltará nada; tierra cuyas piedras son de hierro y de cuyos montes sacarás cobre. Allí comerás y te saciarás, y bendecirás al Señor, tu Dios, por la buena tierra que te habrá dado” (Deuteronomio 8:7-10)

 Es decir, que Dios trató de darle a Su pueblo la visión de lo que les tenía preparado. Hoy hace lo mismo con los que creen en Su Palabra.

Esta vida es para quienes tienen fe de conquistarla, de sacrificar para alcanzar lo que Dios prometió. Quienes usan la fe, conquistarán.

El sacrificio puede parecer un riesgo, por eso lo hacen quienes creen que es la única manera de alcanzar esta calidad de vida. Es necesario que crea en Dios, pero también en el sueño que Él ha colocado en su interior. No es una imposición, se trata de que comprenda la visión de lo que Dios tiene para su vida.

“Por haber oído estos decretos, haberlos guardado y puesto por obra, el Señor, tu Dios, guardará contigo el pacto y la misericordia que juró a tus padres. Te amará, te bendecirá y te multiplicará, bendecirá el fruto de tu vientre y el fruto de tu tierra, tu grano, tu mosto, tu aceite, la cría de tus vacas y los rebaños de tus ovejas, en la tierra que juró a tus padres que te daría(…) Si dices en tu corazón: ‘Estas naciones son mucho más numerosas que yo, ¿cómo las podré exterminar?’, no les tengas temor. Acuérdate bien de lo que hizo el Señor, tu Dios, con el faraón y con todo Egipto” (Deuteronomio 7:12-18)

Ponga en práctica la Palabra y Dios actuará conforme a su fe. Si tiene miedo, Él no podrá hacer nada. Es usted mismo quien se mantiene en la posición en donde está, a causa de la visión que tiene.

 

 

El secreto de la vida con Dios

Los que van a vencer son los que permanecen en Dios, los que demuestran su confianza aún en el peor momento, sin importar el grado de dolor o sufrimiento que estén pasando.

“Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho” (Juan 15:7)

 Muchas veces las personas viven situaciones en las que son llevadas a probar su fe, y esta prueba es permitida por Dios para saber, para separar los que son y los que no son de Él. Dios está preparando y eligiendo el pueblo que subirá al cielo y estará con Él ¿Por qué? Porque es el pueblo al que está queriendo sacar del infierno que ha sido este mundo.

Él no elige por la posición social, ni por el color de piel, ni por la capacidad intelectual, ni por ser bueno o malo. Explica claramente que coloca a unos en un lado y a otros en otro. Esta separación se hace cuando Él observa que no importa lo que le pase a la persona, aún así ella permanece. Van a surgir situaciones en su vida que por más que haya dicho que cree en Dios, lo que va a demostrarlo es no declinar su confianza en Él ni en el peor momento.

Los que van a vencer son los que permanecen en Él, sin importar el grado de dolor o sufrimiento que estén pasando.

“Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado” (Hebreos 12:5)

 ¿Por qué pocos permanecen? Porque están ansiosos por resolver sus problemas y se olvidan de su comunión con Dios. Y cuando eso pasa, nada en su vida permanece. Al tener comunión con Dios tenemos vida. La prueba de esto es que cuando usted llegó a la Iglesia estaba triste porque todo lo que había intentado construir se había desvanecido.

Cuando vengan los problemas tiene que permanecer hasta que pasen. Será entonces que Dios lo va a aprobar, porque demostró para Dios que usted le pertenece, y Él honra.

Permanecer en Su Palabra no se demuestra con palabras, sino con hechos. Cuando nosotros no estamos conectados con Dios, no permanecemos porque no estamos unidos a Él, a la vid. Pero si lo hacemos, nuestra vida dará frutos. No es por sus propias obras o bondad que tendrá frutos, su vida dará frutos si cree en la Palabra de Dios.

Las personas vienen con la esperanza de encontrar un milagro. Por eso cuando llegan las luchas, muchos se van, la gente quiere ver o sentir una emoción, pero la Biblia no dice esto, dice que la permanencia es la mayor prueba de fe.

Yo nunca me guié por mis sentimientos, en la tristeza y en la alegría yo creo. Es esto lo que lo hará un vencedor. Es importante que usted se dé cuenta que la solución no es sentir nada, sólo creer.

Dios quiere saber si cuando usted está dentro del propio infierno cree que Él está acompañándolo y le dice: “Entonces soporte, porque Yo voy en su auxilio”. El secreto es permanecer.

 

 

¿Cómo provocar un milagro?

Es necesario manifestar la fe a través de un verdadero sacrificio y colocar a Dios por encima de todas las cosas, tal como hizo Gedeón en el pasado, venciendo los miedos

Muchas personas esperan toda la vida que Dios actúe y ésa es una gran equivocación. A través del trabajo de la Iglesia Universal, Dios nos mostró que no tenemos que esperar, que todo lo que Dios nos dio fue para que manifestemos la fe para que los milagros se multipliquen.

Entonces, ¿por qué las cosas no suceden? Porque somos nosotros los que hacemos que el milagro suceda, es nuestra fe. Piense: si es Dios quien hace el milagro, entonces todos deberían recibirlos, porque Dios no hace acepción de personas, pero es la actitud de la persona ante el poder de Dios lo que va a hacer la diferencia.

Es como la salvación, Jesús vino a salvar a la humanidad, pero no todos están salvos, porque no todos tienen la actitud de fe de presentarse delante de Él y aceptarlo. Lo mismo es el milagro. Las religiones enseñan que usted tiene que esperar que las cosas sucedan, que tiene que conformarse con la situación. Entonces la persona está dentro de la Iglesia y espera, no provoca el milagro como hizo Gedeón.

Gedeón preguntó: “¿Cómo?” y Dios respondió: “vas a tomar aquel dios de tu padre (las religiones, los pensamientos que nunca aportaron nada) y harás leña para el sacrificio con ellos. Luego vas a tomar el buey que yo te diga y me lo vas a ofrecer”. ¿Qué representa el buey? Poner a Dios por encima de todo.

Es la confianza que usted demuestra lo que va hacer que el milagro suceda, cuanto mayor es la confianza en Dios, mayor será Su poder en su vida. Cuando esta confianza llega al extremo, a depender totalmente de Dios, es un verdadero sacrificio, porque usted no depende de nada más que de su propia fe.

Cuando una persona sacrifica, debe saber si lo que está dando la deja en la dependencia de Dios, porque o confía o no confía, se lanza o no se lanza. Incluso la santidad tiene que ver con la dependencia total en Dios. Entonces debe hacer su sacrificio mediante esta mentalidad.

Si usted tiene miedo de sacrificar, tiene que vencerlo, así como Gedeón tuvo que salir de la cueva e ir para el campo y trabajar sobre el grano, porque la fe no funciona basada en teoría.

Cuando usted deje de ser oidor y pase a ser hacedor, Dios hará lo que tenga que hacer en su vida. Gedeón sacrificó el buey, que era el sustento de toda su familia y lo colocó en el altar de Dios. Él tomó el buey que Dios mandó, no el que él pensó.

Todos los días de su vida tiene que ser así, debe colocar a Dios en lo alto; siempre en primer lugar usted tiene que pensar en él. Cuando lo considere así Él lo va a considerar de la misma manera.

La indignación

Es impresionante cómo Dios se manifestaba en el pasado y aún hoy a través de personas elegidas por el espíritu de indignación que caracteriza sus vidas. David, por ejemplo, no fue escogido por sus bellos ojos sino por la indignación que había dentro de él. Prueba de eso fue cuando un león estaba con una oveja en la boca, David lo agarró de la barba, lo hirió y lo mató.

Cuando supo de la afrenta del gigante Goliat, se indignó y preguntó quién era aquel incircunciso que osaba desafiar al ejército del Dios Vivo. Ahí estaba la diferencia entre él y sus siete hermanos que, aunque eran fuertes, estaban llenos de habilidades y pertenecían al ejército de Israel, estaban escondidos y con miedo de aquella figura gigantesca.

David era tan chico que no podía ir a la batalla con la armadura que le había ofrecido Saúl; sin embargo, delante de Goliat, manifestó la fe de la indignación usando palabras que no eran convenientes en una situación de tal desigualdad.

“El Señor te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y te cortaré la cabeza, y daré hoy los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra; y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel” (1 Samuel 17:46).

¿Cómo podría Dios dejarlo en su mano? En aquel momento era vida o muerte, todo o nada. Y el final de la historia fue igual al de todos los que se lanzan. El gigante cayó, David recibió la recompensa prometida por el rey, fue considerado por todos y, hasta hoy, es honrado en Israel.

Hoy, la Iglesia Universal del Reino de Dios, por estar en casi 200 países, y también debido a su agresividad en los medios de comunicación, es vista por muchos como un fenómeno. Sin embargo, para nosotros, nada de eso importa. Lo que realmente hace la diferencia es la constante insatisfacción provocada por la constatación de que los incrédulos, que no tienen nada de Dios en sus vidas, triunfan porque son insistentes, trabajan duro y, algunas veces, hacen incluso pactos con el diablo. Como el caso de una señora que no tenía nada, vivía de favores de uno y de otro y, después de hacer un pacto diabólico, se volvió la dueña de una de las mayores redes de comercios existentes en el mundo. ¿Es indignante o no? El Señor Jesús dijo:

“… porque los hijos de este siglo son más sagaces en el trato con sus semejantes que los hijos de luz” (Lucas 16:8).

¿Será que nosotros, que somos de Dios vamos a aceptar eso? ¡No y mil veces no! Tenemos que cambiar esa situación.

¿Cómo podemos aceptar servir a un Dios tan grande y poderoso y vivir una vida derrotada? Fue lo que Abraham dijo a Dios:

“Mira que no me has dado prole, y he aquí que será mi heredero un esclavo nacido en mi casa” (Génesis 15:3).

Ahora bien, en otras palabras, lo que él quería decir era que la promesa estaba con él; sin embargo, la herencia sería del esclavo. Hoy es lo mismo. El cristiano tiene la promesa de Dios, como dijo el Señor Jesús:

“yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10).

¿Qué está faltando entonces? ¿Por qué tanta gente derrotada dentro de las iglesias? ¡Inclusive en la Universal! El hecho es que falta una definición con relación a la fe que la persona profesa.

¿Cuántos están divididos entre dos pensamientos? En el canal de la fe de la Universal oyen que si Dios es rico, ellos tienen que ser ricos también. En otro canal, la fe es para conformarse con la situación, e incluso agradecerle a Dios. En el canal de la Universal, la fe es de la indignación, de la Guerra, de la espada en mano para derrotar a los enemigos, mientras que en otro canal, la fe es de la paz y el amor. En el canal de la Universal, la persona tiene que sacrificar para conquistar. En otro canal enseñan que no es necesario sacrificar porque Jesús ya sacrificó por nosotros.

Cuando David resolvió enfrentar al gigante, sus hermanos lo criticaban y decían que él era presuntuoso y lleno de maldad (1 Samuel 17:28). David venció a Goliat porque sólo oía una voz, sólo atendía la voz de Dios.

Dios está buscando hoy a personas vestidas con el espíritu de la indignación, que estén conscientes de todo lo que Él quiere hacer en sus vidas y no se dejen llevar por los hermanos envidiosos, que sólo saben criticar y, muchas veces, son piedras de tropiezo para la conquista de las grandes victorias.

Es el momento, mis amigos, de tomar una decisión de fe y coraje: ¡O DIOS ES AQUELLO QUE PROMETE SER PARA NOSOTROS, SUS HIJOS, O NO LO ES! ¡O TODO O NADA! LO QUE NO PUEDE SUCEDER es que la gente crea en un DIOS TAN GRANDE Y VIVIR UNA VIDA TAN MISERABLE!!!
DEJEMOS DE ESTAR ENTRE DOS PENSAMIENTOS Y SIGAMOS LA VOZ DE LA FE, que es la de la indignación y, ciertamente, la voz de Dios contra el diablo y sus comparsas. Quien es por nosotros define su fe guerrera y será victorioso como nosotros. Pero quien no es, por favor, salga de nuestro camino porque vamos a pasar como aplanadora.

Sean bendecidos aquellos que creen y viven en esa fe en nombre del Señor Jesús.

 

El oro es símbolo de Dios

 

Desde la antigüedad, el oro sirve como símbolo de pureza, realeza, autoridad y poder. La más antigua referencia acerca de ese metal precioso se encuentra en la Biblia, cuando leemos que estaba presente en la tierra antes aún de la creación humana. El río Pisom, cuya naciente estaba en el Jardín del Edén, contenía oro, además de la piedra de ónix y bedelio:

“El nombre del uno era Pisón; éste es el que rodea toda la tierra de Havila, donde hay oro; y el oro de aquella tierra es bueno; hay allí también bedelio y ónice” (Génesis 2:11-12).

Tanto en la cultura egipcia como en la hebraica, el oro siempre estuvo presente como símbolo de riqueza y poder. Moisés usó lo más bello que había en la construcción del Tabernáculo en el desierto. Tanto él como Salomón, por orden divina, usaron, literalmente, este metal precioso en todos los objetos sagrados en las construcciones del Tabernáculo y del Templo. Incluso en las propias vestimentas del sumo sacerdote, el oro y las piedras preciosas estaban presentes. El uso del oro en las cosas sagradas era tan acentuado que es considerado símbolo de Dios. Como metal noble e indestructible, el oro ha servido a la humanidad no sólo como precioso objeto de adorno, sino como símbolo singular. El ejemplo de eso está en las conquistas olímpicas, en
las cuales el primer lugar es galardonado con la medalla de oro, mostrando la superioridad en la categoría disputada. Por ser indestructible, el oro sirve como referencia al propósito divino en las alianzas, tanto en la
matrimonial como en la espiritual hecha con Dios. Por eso, el Arca de la Alianza, construida para el Tabernáculo en el desierto, era toda cubierta de oro puro:

“Harán también un arca de madera de acacia, cuya longitud será de dos codos y medio, su anchura de codo y medio, y su altura de codo y medio. Y la cubrirás de oro puro por dentro y por fuera, y harás sobre ella una cornisa de oro alrededor. Fundirás para ella cuatro anillos de oro, que pondrás en sus cuatro esquinas; dos anillos a un lado de ella, y dos anillos al otro lado. Harás unas varas de madera de acacia, las cuales cubrirás de oro” (Éxodo 25:10-13).

¿Será que, ante eso, se puede admitir que Dios aprueba la miseria y desaprueba la riqueza? Dios les bendiga a todos.?

 

Entregue su vida a Dios y obtenga
la salvación eterna

“Entonces uno de los ancianos habló, diciéndome: Estos que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son, y de dónde han venido? Yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y Él me dijo: estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero. Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos. Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor alguno: porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos.” Apocalipsis 7:13-17.

 Apocalipsis es el libro que describe los eventos que ocurrirán cuando el Señor Jesús venga a esta Tierra por segunda vez. En ocasiones anteriores, hemos explicado que esta segunda venida, a diferencia de la primera – cuando predicó entre los hombres e hizo prodigios, habitando aquí durante 33 años – será en un abrir y cerrar de ojos, sólo un instante. El Señor vendrá para llevarse literalmente a quienes realmente son cristianos e hijos suyos. Los quitará de este planeta y los llevará al cielo aún vivos. Seguido de este hecho, como su Espíritu también será quitado de aquí, Satanás oprimirá a quienes se queden. Para ser salvos, se tendrá que pagar con la propia vida y resistir a las propuestas diabólicas como la implementación de la marca de la bestia. La gran multitud de la que se habla en este pasaje son quienes se convirtieron durante la Gran Tribulación que relata el Apocalipsis; la tribulación consecuente con la segunda venida del Señor Jesús. Esa multitud nada tiene que ver con la Iglesia que será arrebatada, glorificada, estará desde antes delante del Trono. Ahora, una pregunta viene a nuestro corazón: ¿por qué una persona espera que ocurra una gran tribulación para después acercarse a Dios? En otras palabras ¿Por qué una persona sólo se acerca a Dos cuando está en el fondo del pozo? Pues bien: eso ocurre con todos los que algún día tuvieron un encuentro real con el Señor Jesús. En el fondo del pozo, las personas no tienen a quién clamar, no tienen a quién invocar, no tienen a alguien que les ayude. En el fondo del pozo espiritual, las personas sólo pueden mirar a lo alto para ver la luz, y gritar para que alguien los rescate. Cuanto más profundo sea el pozo, la persona tiene que gritar más alto. Entonces, la Gran Tribulación será tan cruel que las personas se van a convertir aún más que en la época actual. Ahora estamos en un período de gracia. Mientras no ocurre una tribulación, la persona no se humilla ni se somete a la voluntad de Dios. Si usted vive atribulado, Dios quiere salvarlo ahora. Las manos de Él están extendidas hacia usted. Si desea esa salvación, debe aceptar el señorío de Jesucristo, reconocer lo que Él hizo por usted. Él ya dio su vida para salvarle, basta que usted lo acepte, siga sus principios y palabras. Sólo es necesario que viva de acuerdo con la voluntad de Dios. No espere a que la Gran tribulación llegue, entregue ahora su vida a Dios, obedezca sus palabras y disfrute de la salvación y el consuelo de Dios desde ahora. Él puede darle una felicidad plena aún en esta Tierra y consolarle por siempre en la eternidad.

 

Nadar contra la corriente

 

Este verano experimenté nadar contra la corriente. ¿Ya lo ha intentado? Es algo difícil, implica concentración, esfuerzo y determinación.

En los días de hoy son pocos los que nadan contra la corriente, los que siguen en dirección contraria a la multitud… en fin, raro es aquel que tiene el coraje de enfrentar el mundo, si fuese necesario, para permanecer fiel a sus principios. El simple hecho de ser diferente ya suscita animosidades, y odio camuflado o exacerbado cuando la diferencia llega al punto de chocar con la corriente vigente de los tiempos: mentira, promiscuidad, falta de ética, falsedad, injusticia, guerra, violencia, apostasía, oscuridad. Al final ¿Cuáles son sus frutos?
¿Cuál es el motivo de su vivir? ¿La verdad o el engaño? ¿Cuál es la acción que mueve su día a día? ¿Ser pacificador ante la discordia y juzgar en conciencia buscando la imparcialidad a pesar de los antagonismos o, por el contrario, por su egoísmo suscitar riñas y contiendas y avalar por lo superficial y parcial?

¿Qué le apacigua la conciencia? ¿Respetar a los que ama o caer en la tentación de relaciones sexuales ilícitas? ¿Qué le da brillo a su mirada? ¿Ver las cosas buenas y positivas o aquellas que son malas y negativas?

¿Dónde está su confianza? ¿En Aquel que sabe de todas las cosas o en las personas, en el mundo y en su perdición? En verdad, hay ciertos principios inmutables, cuya fuerza pasa a ser una verdadera amenaza para quienes de ellos no participan… Es cuando se sella un compromiso elevado a nivel espiritual y se vive la genuina fe en el Único Dios… Pero la verdad irrefutable es ésta: cuanto mayores sean las afrentas, más fuerte será y, sobre todo, más cerca de Dios quedará, más estrechos serán los lazos de la alianza.

Pero hay personas que acaban por rendirse a las tendencias, y a los pseudos valores, presionadas por las circunstancias, por las adversidades o por el falso esplendor. Optan por el camino más fácil para así no sufrir el dolor del abandono, del desprecio, de la injusticia o la soledad, o tan solo para no oír la convencional burla de ser conocida como “fanática”… Pero al final, “fanático” es aquel que es movido por extremismos e irracionales conceptos y creencias.

Ahora, ¿decir la verdad es irracional? ¿Promover la unión y practicar la justicia es extremismo? ¿Respetar a los demás es irracional? ¿Querer encontrarme con otras personas que crean en lo mismo que yo, hacer el bien a mi prójimo es extremismo? ¿Mi ideal de una vida recta, limpia, decente es irracional?

¡Que me importa que el mundo entero viva lo contrario! ¡Seamos verdaderamente racionales y veamos y vivamos lo que nos hace bien! ¿Será más válido el consejo de personas que al fin y al cabo son infelices, o el consejo que encuentro en la Palabra de Dios, comprobada y testeada? Si usted vive la verdad y por la verdad, en realidad no estará perdiendo su tiempo, pues no estará siendo empujada hacia donde las aguas podridas de este mundo corrupto la quieren arrastrar. Continúe nadando contra la corriente. El esfuerzo ciertamente será compensado cuando llegue al lugar más apreciable que algún día pudo contemplar, pues,

“Porque también para este fin os escribí, para tener la prueba de si vosotros sois obedientes en todo” (Corintios 2:9).

 

 

La tribulación

 

La fe y confianza que tiene en Dios, es lo que le hace salir de su hogar para así estar en la Casa de Dios. Enfrentando obstáculos, trabas, criticas y es por fe que Dios los ve como personas santas, aunque somos pecadores Él nos ve como inocentes, siendo culpables porque pecamos con los pensamientos, con los ojos, con la boca, pecamos conscientes e inconscientes por muchas cosas que hacemos o decimos. Sin embargo, somos perdonados a causa de la fe que tenemos en Él.

“Justificados, pues por la fe, tenemos paz para con Dios”. (Romanos 5:1).

Si estamos en comunión con Dios, entonces así la fe nos une a Él, por medio de nuestro Señor Jesucristo. Toda esta unión con Dios hace que usted sienta paz, porque la obra de Dios en nuestras vidas hace que seamos transformados desde adentro hacia fuera, pues todo es a través de esa fe y comunión con Él. Escrito está:

“Por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos de la gloria de Dios”. (Romanos 5:2).

Es decir, se vence en las enfermedades, las deudas, la crisis en la familia, las dificultades en el trabajo y de esta manera dominar todo lo que le presente en su vida. Escrito está:

“Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia”. (Romanos 5:3).

La vida cristiana también tiene tribulaciones y turbulencias. ¿Qué son tribulaciones? Son momentos desagradables que pasamos y acontecen para que permanezcamos tristes, aburridos y molestos; son tiempos tan desagradables que a veces nos hace llorar. Muchas veces usted se pregunta porque está pasando por tantos momentos desagradables. La persona que pasa por tribulaciones, ella sube un nivel como ser humano, y mucho más como hija de Dios; enfrenta y aguanta de este modo busca mas de Dios. Y es adicionada a su personalidad esa virtud que se llama paciencia. ¿Por qué necesitamos paciencia? Pues con ella usted consigue razonar y tomar decisiones mas acertadas. Pues cuantas son las mujeres que destruyen sus hogares por no tener paciencia. El hombre que tiene paciencia consigue hacer proyectos, trazar planes y se prepara para el mañana; la persona que tiene paciencia ella espera el momento adecuado para tomar decisiones. ¿Pero como adquirimos paciencia? Pasando por las tribulaciones, gloriándonos y buscando de Dios, no abandonando la fe. Las promesas de Dios no fallan; aunque muchos piensen que Él se está tardando, pues en el momento propicio y en el tiempo de Dios todas las cosas se resolverán. Después que la persona recibe la paciencia esto entonces genera la prueba, la prueba es entonces la solidez de la fe produciendo; así la esperanza. ¿Qué es la esperanza? Es el mantenimiento y sustento de la fe, esperanza es creer hoy, mañana o el próximo año; en fin eso es la esperanza, esperar que aquello que queremos va a acontecer. Pues nadie puede impedir que se cumplan las promesas de Dios en nuestras vidas. La confianza es lo que Dios quiere encontrar en nosotros; también la voluntad, disposición y el valor; aun estando en muchas tribulaciones o momentos difíciles bien sea en el hogar, en el trabajo o quizás su tribulación no está en ningún ambiente; si no que esta dentro de usted mismo. Si en esa tribulación usted mantiene la confianza, será una persona llena de paciencia. Esa paciencia sumada a la esperanza hace que su fe sea fuerte, sólida y así vencerá la tribulación, permanecerá firme y será feliz.

 

 

La tempestad

Escrito está:

“Y entrando Él en la barca, sus discípulos le siguieron. Y he aquí que se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca; pero Él dormía. Y vinieron sus discípulos y le despertaron, diciendo: ¡Señor, sálvanos, que perecemos”. (Mateo 8:23, 24,25).

Cuando el Señor Jesús estuvo aquí en la tierra Él sintió hambre, frío, calor y cansancio como cualquier ser humano y en esta ocasión Él se durmió en esta barca. El Señor Jesús como Hijo de Dios sabía que su vida estaba en las manos del Padre, y no en las manos de cualquier persona. El hecho de ser El Hijo de Dios no lo exoneró de enfrentar una tempestad y algunas personas se sorprenden cuando se levanta en su contra una tempestad, la tempestad viene por diferentes puntos o áreas, a veces la tempestad se levanta en su ambiente de trabajo, esto es cuando dos o tres personas arman un complot en su contra para así ocupar el cargo que usted desempeña, tal vez usted sea un profesional y se preparó en una determinada especialidad y encuentra un empleo en otra área que no es aquello en lo que se ha dedicado a estudiar por tantos años, es aquí donde debe actuar con autoridad en contra de esa situación y así esa tempestad tendrá que cesar, estas son tempestades que todos enfrentan, incluso los hijos de Dios.
La tempestad se tornó tan intensa, el cielo oscureció, las olas estaban violentas y el viento muy fuerte. Con Jesús en la barca no iba a acontecer absolutamente nada, pero los discípulos tenían miedo. Escrito está:

“Él les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza. (Mateo 8:26).

Es decir, siendo hijos de Dios no estamos libres de enfrentar tempestades. Ahora tenemos que ver como vamos a reaccionar en medio de la tempestad pues el Señor Jesús consciente de ser el Hijo de Dios actuó con autoridad es así como debe proceder un cristiano; reacciona con carácter, temperamento y autoridad, todo pasa hacer como usted lo determine, pues el hijo de Dios tiene poder en sus palabras, pues su vida será como lo determine. Escrito está:

“Y los hombres se maravillaron, diciendo: ¿Qué hombre es éste, que aún los vientos y el mar le obedecen? Cuando llegó a la otra orilla, a la tierra de los Gadarenos, vinieron a su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros, por aquel camino. (Mateo 8:28).

Cuando Jesús llegó allí expulsó los demonios y aquel lugar pasó a ser un territorio de paz. De esta manera los discípulos pudieron
entender porque se había levantado aquella tempestad, pues mas adelante vendría una gran victoria. Jesús nos enseñó que cuando venga la tempestad seamos fuertes, que no tengamos miedo. Determine la victoria y no reme para atrás porque lo que usted diga así será.

 

 

La desobediencia de Saúl

 

El pueblo de Israel después de entrar en la tierra prometida y ocupar aquel territorio marcó la diferencia delante de las demás naciones, pero quien reinaba sobre Israel era el propio Dios a través del profeta Samuel toda aquella nación estaba muy bien cuidada y administrada. Pues escrito está:

“Entonces los ancianos de Israel se juntaron, y vinieron a Ramá para ver a Samuel, y le dijeron: He aquí tú has envejecido, y tus hijos no andan en tus caminos, por tanto, constitúyenos ahora un rey que nos juzgue, como tienen todas las naciones. Pero no agradó a Samuel esta palabra que dijeron: Danos un rey que nos juzgue. Y Samuel oró a Dios. Y dijo Dios a Samuel: oye la voz del pueblo en todo lo que te digan. Porque no te han desechado a ti sino a mi me han desechado, para que no reine sobre ellos”. (1Samuel 8: 4, 5, 6,7).

Samuel entonces tenía que conseguir a alguien para ser rey y el primer rey de la nación de Israel. Dios llevó a Samuel hacia un joven llamado Saúl, ¿Cuál fue la preparación para que Saúl asumiera el mando de la Nación? Pues escrito está:

“Entonces el Espíritu del Señor vendrá sobre ti con poder, y profetizaras con ellos, y serás mudado en otro hombre. Y cuando te hayan sucedido estas señales, haz lo que viniere a la mano, porque Dios está contigo”. (1 Samuel 10:6, 7).

El Espíritu Santo cuando entra en una persona le da poder, transformándola así en una persona nueva y todo comienza desde adentro hacia fuera. Quien tiene al Espíritu Santo tiene al propio Dios, y así usted romperá las barreras de lo imposible, pero para aquella persona que no tiene al Espíritu de Dios se tropieza con muchas murallas de imposibilidades. Los planes de Dios con Saúl eran maravillosos, así como usted tiene excelentes planes para sus hijos, pues ese era el pensamiento de Dios con Saúl, el no era nada pero Dios lo escogió al igual que cada uno de ustedes, no importa si usted viene de una familia rica o pobre eso no cuenta. Después de dos años de que Saúl estaba sirviendo a Dios y al pueblo, Él permitió que Saúl enfrentase a un ejército Dios a veces permite que enfrentemos alguna lucha para que nosotros lo busquemos mas, porque cuando las cosas están tranquilas, nos acomodamos en la fe, pero cuando estamos pasando por luchas y tribulaciones nos alimentamos mas de la palabra de Dios, aforrándonos mas a Él. (1 Samuel 13:1, 2). Estos enemigos vinieron contra Saúl y el pueblo de Israel, pero Saúl preparó a todo el pueblo los motivó y estimuló además se tenia que ofrecer un sacrificio antes de ir al campo de batalla pues era necesario el sacrificio para garantizar la victoria del ejercito de Israel contra sus enemigos. Saúl no tenía permiso de presentar el sacrificio pues el lo hizo por rebelde y desobediente. Pero Dios le dio una segunda oportunidad, sin embargo, Saúl volvió a fallar he hizo nuevamente todo a su manera y el resultado fue trágico. (1 Samuel 13:8, 9, 10, 11, 12, 13,). Si usted no se somete a Dios perdonando, siendo fiel, comportándose como un verdadero cristiano es usted quien pierde, quien obedece será bendecido pero si no se obedece habrá maldición. Obedecer a Dios siempre traerá una gran recompensa. Pues escrito está:

“Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros”.

 

La importancia del encuentro con Dios

Después de su encuentro con el Señor Jesús la mujer samaritana fue a su ciudad hablando de su experiencia y contando con alegría que había encontrado al Salvador. Como consecuencia

“…muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la mujer, que daba testimonio diciendo: Me dijo todo lo que he hecho. Entonces vinieron los samaritanos a él y le rogaron que se quedase con ellos; y se quedó allí dos días. Y creyeron muchos más por la palabra de él, y decían a la mujer: Ya no creemos solamente por tu dicho, porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo.” San Juan 4:39

Pasamos por la gloriosa experiencia de tener un encuentro con el Señor Jesús, encuentro ese que cambió nuestras vidas de tal manera que nos curó el cuerpo y el alma, cambió nuestra personalidad, nuestro vocabulario e hizo nacer en nosotros la fe sobrenatural y el amor por los demás, transformados cada pastor, cada auxiliar, cada colaborador (a) en un instrumento divino ganador de almas. Esa misma experiencia que tuvimos es lo que queremos pasar para las demás personas, ese es el trabajo que se realiza en todos los Centros de Ayuda Espiritual de la Iglesia Universal del Reino de Dios. Quien no tuvo un encuentro personal con Dios, es comparado a un hijo que nació y creció sin jamás haber conocido a su padre. Desde que empezó a tener uso de razón oyó decir: Tú tienes la cara de tu padre. Tú hablas igual a tu padre. Tú caminas igual a tu padre. Pero ese hijo nunca jamás ha visto a su padre. Así son todos los que aún no tuvieron un encuentro verdadero con Dios. Los samaritanos también fueron así, ellos oían hablar del Señor Jesús por intermedio de la mujer samaritana que lo había encontrado, pero ellos mismos no lo conocían y motivados por aquel deseo de conocer al Salvador del mundo, ellos lo buscaron por sus propios medios, es decir, por su propia cuenta, con el deseo mas sincero de encontrarlo y el Señor Jesús se presentó para ellos; por eso dijeron a la señora.

“Ya no creemos solamente por tu dicho, porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo.” San Juan 4:39

No se sienta satisfecho (a) de estar simplemente dentro de la Iglesia. No se sienta satisfecho (a) de conocer y ser amigo (a) del pastor. Alcanzar uno que otro milagro, recibir una sanidad; al obtener una bendición económica, familiar, o sentimental no significa que usted será feliz para toda la vida, ni tampoco que usted ya está salvo, usted necesita conocer a Dios a través de un encuentro personal con Él. Cuando eso acontezca usted también será transformado (a) de dentro hacía afuera, será llenado (a) con el amor y el poder de Dios, nacerá en usted la fe sobrenatural y usted será una fuente de vida transmitiendo vida para las demás personas.

“Yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice el Señor, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis. Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré, y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón.”

 

 

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